martes, 29 de septiembre de 2015

Pragmatismo frente a compasión. Intereses frente a humanidad.


Por todos es conocida la guerra de Siria y la crisis de refugiados que ha ocasionado. Miles de personas han dejado sus trabajos, sus hogares y sus familias para escapar de un horror como no se había visto en mucho tiempo, recordando tiempos pasados como los de la II Guerra Mundial. Una gran parte de estas personas buscan llegar a los países más ricos de Europa para hacer tabla rasa y comenzar una nueva vida. Ante esta tensa situación numerosos países se han visto obligados a intervenir, aunque adoptando diferentes posturas.Por un lado están aquellos que han adoptado medidas más humanitarias basadas en planes de acogida a los refugiados. Este es el caso de  Alemania, el cual tiene la intención de acoger a 120.000 refugiados. Otros países como España y Francia se han sumado también a esta propuesta a pesar de que las cifras que pueden permitirse son menores.

Por otra parte existe un número de países cuya opinión sobre esta crisis es más radical. Este es el caso de Hungría, República Checa, Eslovaquia y Rumanía. El gobierno prefiere cerrar sus fronteras al flujo de personas que solicitan asilo político, pues consideran que permitiendo el paso de personas se están gastando unos recursos muy preciados que otros sectores de la población reclaman; aduciendo también una preservación de la cultura cristiana europea.

Hungría no se queda sólo en las palabras: ha reforzado su posición colocando vallas de espinos y sacando un decreto ley a través del cual impone penas de hasta 3 años de cárcel para todo aquel que ose cruzar sus fronteras de manera ilegal.

Paralelo a todo esto, el origen del mal, la guerra civil en Siria, sigue agravándose tras entrar en el conflicto diversas fuerzas como el autodenominado Estado Islámico, el cual lucha en parte contra el líder sirio, Bashar al-Asad, para hacerse con el control de país. Los líderes de Estados occidentales se encuentran ante una encrucijada: por una parte creen necesario quitar del poder al dictador sirio pero por otra ver a un grupo de radicales islamistas en el gobierno no es una idea tranquilizante.
Tampoco ayuda que una potencia como es Rusia se haya posicionado del lado de al-Asad, proporcionándole apoyo y recursos militares para continuar la guerra. Creen que únicamente finalizará el conflicto si se apoya el gobierno de al-Asad, el cual consideran legítimo.

Mientras sigan estas disputas por el poder y el control,  la población continuará sufriendo y por el camino habrá daños colaterales, como pueden ser la destrucción de restos arqueológicos de enorme valor. Es preciso delimitar un plan de control y establecer una línea de actuación para llegar a una solución lo antes posible. Por esto que los dirigentes de los países se reúnen en el comité de la ONU para intentar llegar a algún tipo de acuerdo.

Se plantea una gran cuestión ante esta situación: ¿Qué debe primar más, la empatía para con los refugiados o la seguridad de los propios países? 





Fuente: BBC Internacional, El País Internacional