domingo, 25 de octubre de 2015

Estado Islámico: Influencia de un "Estado"

Vivimos en un mundo en el que los estados están en constante contacto, influenciándose unos a otros. Sin embargo, hay un estado que, en cuanto a influenciar se trata, sobresale por encima del resto, un estado que siquiera es un estado: El Estado Islámico.

Una gran cantidad de la población mundial hoy en día desconoce el hecho de que el Estado Islámico no se trata, físicamente, de un estado de verdad. Personas con un conocimiento muy básico sobre las actuaciones del Estado Islámico y su importancia en las relaciones internacionales forman parte del porcentaje de la población que piensa que este se trata de un lugar físico en el que se encuentran los principales países en el que la religión predominante es la musulmana. Sin embargo, el Estado Islámico es un grupo terrorista insurgente de naturaleza yihadista suní asentado en un amplio territorio de Irak y Siria.
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Lo que hoy se conoce como Estado Islámico fue fundado en 2004 como rama externa del grupo terrorista Al Qaeda, desde entonces ha cambiado varias veces de nombre y objetivos. En 2011 el Frente al-Nusra, principal actor yihadista de la guerra civil Siria, fue fundado por un miembro de CMY. Esto hizo que el EI, entonces conocido como EIIL (Estado Islámico de Irak y el Levante) comenzase a actuar en un mayor número de países. Sin embargo, las actuaciones de este comenzaron a ser considerablemente radicales y violentas, lo que hizo que Al Qaeda anunciase su cese de apoyo hacia el EI. Contra todo pronóstico, este abandono no hizo que el Estado Islámico se debilitará, sino todo lo contrario: creció, cambió sus objetivos, sus métodos y su nombre. Eliminaron las referencias geográficas de su nombre y se declararon califato independiente, algo que no ocurría desde 1924.

Desde entonces y tras que el EI se abriese paso como la principal amenaza mundial, los estados que forman el mundo moderno temen posibles ataques terroristas. Este miedo no es puedo no fundamentado, sino un miedo real basado en hechos pasados como el ataque ocurrido el 11 de septiembre de 2001. Como Ajjan Gohel, director de seguridad internacional de la Fundación Asia-Pacífica, afirma: “Desgraciadamente, el terrorismo es algo que tendremos que aceptar en nuestras vidas cotidianas”. Y así lo han hecho los países cambiando la forma en la que sus políticas exteriores funcionan orientándolas hacia la protección contra los ataques del Estado Islámico. Asimismo, es la falta de coordinación entre estados a la hora de formular de sus políticas lo que hace que la lucha contra el terrorismo sea tan complicada.
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Bandera del Estado Islámico. 
"No hay más dios que Alá"
La influencia del Estado Islámico no para en la concepción de políticas; es tal  que incluso ciudadanos sin ningún tipo de relación con la religión islámica y/o sus costumbres están abandonando sus países en secreto con el fin de unirse al grupo terrorista. El Estado Islámico lleva a cabo este reclutamiento mediante redes sociales. Buscan un perfil determinado con características específicas y se ponen en contacto con la persona en cuestión. Una vez la comunicación ha comenzado la persona experimenta tan cantidad de influencia que decide unirse al grupo terrorista, huyendo de su país natal a lugares como Siria, Libia o Turquía. El último caso conocido fue el de una mujer de 19 años que pretendía volar a Turquía con este objetivo. En la mera cantidad de unos meses la chica en cuestión se convirtió al Islam y comenzó a pasearse por su ciudad con la vestimenta típica musulmana. Sin embargo, nunca llegó a subirse al vuelo ya que fue interceptada por la policía.

En conclusión, la influencia del Estado Islámico no tiene límite, se encuentra hasta en los pensamientos más inconscientes de la sociedad. Cada vez que sale a la luz que se ha sucedido un ataque terrorista la gente piensa en el Estado Islámico, cuando ven a un musulmán por la calle piensan que es parte del Estado Islámico. Los ataque de este grupo han tenido represalias racistas por todo el mundo, y es que, hoy en día, ser musulmán significa pertenecer al Estado Islámico.


lunes, 12 de octubre de 2015

Volkswagen: De la cima a la caída

El pasado septiembre salía a la luz el fraude del grupo Volkswagen. Cerca de once millones de coches, fabricados entre 2008 y 2015, llevaban incorporado un chip fraudulento, que les permitía pasar las pruebas de emisiones con sobresaliente.

Las primeras repercusiones del fraude ocurrieron al momento de la publicación del mismo. Volkswagen, un grupo líder mundial de ventas, veía como su valor en bolsa bajaba un 30% en apenas dos días. Además, su presidente, Martin Winterkorn, anunció su dimisión dos días antes de la renovación de su contrato. De igual manera, los dos ingenieros artífices del software -Ulrich Hackenberg y Wolfgang Hatz- , los cuales aseguraron que solo cumplían órdenes del ahora expresidente de la empresa, fueron suspendidos en su cargos al saltar la noticia.

En 2007, Volkswagen prometió fabricar un coche de diésel con un índice de emisión mínimo. Sin embargo, los ingenieros del sector I+D vieron imposible llegar a cumplir este compromiso. Es por ello que el grupo decidió ponerse en marcha en la creación de un software fraudulento, capaz de burlar los controles de emisiones. La fabricación de estos chips correría a cargo de Bosch, quien asegura que en 2007 envió una carta al grupo automovilístico, alertando de que el uso de estos chips suponía una práctica ilegal.

Una acción tan nociva como está supondrá para Volkswagen unas consecuencias innumerables. En primer lugar, deberán pagar una multa impuesta por EPA –La Agencia de Protección Medioambiental estadounidense- que, junto con todas las demandas de los inversores, asciende a la friolera cifra de cincuenta mil millones de dólares. Además, estos once millones de coches afectados deberán reemplazar el chip fraudulento que llevan instalado.

Por otro lado, cabe mencionar el enorme perjuicio que este hecho supone para  la Marca Alemania. En un país donde un 17% del mercado está representado por la industria automóvil, la noticia del fraude causa grandes estragos en el gobierno y entre la población. Sin embargo, la postura que ambos lados mantienen es completamente distinta. El gobierno, por su parte, teme que el daño sea irreparable.
 A pesar de ello, considera que la Marca Alemania sigue siendo un símbolo de calidad en todo el mundo. En contraste, para el pueblo alemán, Volkswagen ha sido siempre un referente de valores como la fiabilidad y el prestigio, por lo que esta noticia supone una gran ofensa y desconfianza. Es necesario resaltar además el riesgo que corren los trabajadores del grupo -En Alemania, el sector automóvil configura un 15% del empleo total- que pueden ver como pierden sus puestos de trabajo debido a los recortes que Volkswagen necesita realizar, con el fin de poder hacer frente a todos los pagos que se avecinan.

Además, los daños al medioambiente se estiman incalculables. Los motores de estos once millones de coches  contaminaban entre diez y cuarenta veces más de lo permitido. Este hecho contrasta de manera radical con la publicidad que el grupo utilizó durante los últimos años, donde invocaban a la responsabilidad medioambiental como principal característica de los vehículos.

Si bien es cierto que el fraude de Volkswagen apela a la desconfianza, cabe resaltar la rápida reacción del grupo ante esta crisis. Además de la renuncia de altos cargos, el grupo ha devuelto los premios al Coche Más Verde del Año (otorgados en 2009 y 2010, respectivamente). Por otro lado, son mucho los expertos que recomiendan al grupo que retire su venta de coches diésel en EEUU. En cambio, en Europa esto no es recomendable, puesto que son motores mucho más populares. Sin embargo, verán caer sus ventas (a pesar de que, por ejemplo, en España, fueron líderes de ventas en septiembre, creciendo un 28% más de lo esperado).

La cuestión es, ¿realmente merecía la pena todo este fraude? Volkswagen lideraba las ventas a nivel mundial, con unos beneficios de más de once mil millones de euros en 2014, un 21% más que en 2013.  Millones de consumidores confiaban en los principios que el grupo ofrecía,  se sentían identificados con ellos, y estaban dispuestos a pagar un precio más alto por unos vehículos que teóricamente plasmaban todos estos ideales. Hoy día conocemos que la práctica fue muy distinta.  Al final, la ambición de los colectivos más altos ha llevado a Volkswagen a la mayor crisis jamás vivida por el grupo.  

Fuente: El País, ABC, Business Insider.